Lección Nueve 

"Sanidad en el estanque"

 

Texto Bíblico: Juan 5:1-16

Verso de Memoria: “Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste” (Salmos 30:2).

Objetivo de la Lección: Entender que Dios puede sanar todo tipo de enfermedad.

 


Sanado en el Estanque

Ponga un aviso en “el lago,” designándolo como “el Estanque de Betesda.” (Si

usted no tiene un área para el lago en su decoración, traiga una piscina pequeña para niños con poca agua.) Dele a cada niño una incapacidad.

Algunos ciegos, otros con muletas, con una manta envuelvan las piernas del niño

que representa al hombre de la historia Bíblica. Otros pueden tener sus cabezas vendadas con gasa o un brazo, etc.

Ubique a todos los enfermos en el pórtico, en la pared opuesta al “Estanque.” Haga que todos se sienten o se acuesten en el suelo. El “Hombre” de la historia se recuesta en un saco de dormir. Dígale de antemano que no sea el primero para llegar al agua.

Una vez al año un ángel hacía que el estanque de Betesda se moviera y burbujeara. El primero que llegara al estanque era sanado de cualquier enfermedad que tuviera. Por eso es que ustedes están aquí. Muéstreles el pórtico. Ustedes están esperando que las aguas se agiten o se revuelvan. (Pregúnteles a diferentes niños). ¿Te gustaría ser sanado? ¿Te gustaría volver a ver? ¿Te gustaría dejar de usar las muletas? Los niños asumen sus papeles y responden.

Escuchen cuidadosamente.

Cuando ustedes escuchen el agua salpicando, como si alguien estuviera nadando, ustedes sabrán que el ángel está agitando las aguas. ¡El primero que toque el agua será sanado! ¿Cuándo pasará esto? ¿Quién será sanado?

El estanque de Betesda era un lugar hermoso. Tenía cinco puertas y cinco pórticos, en donde las personas se amontonaban y esperaban. Cada año

muchas personas venían de los alrededores para ser sanados.

 

Algunos venían una y otra vez esperando ser los primeros en entrar al estanque.

Señale al niño con sus piernas atadas. Un hombre venía año tras año. ¡Oh!,

cómo quería estar bien. Por treinta y ocho años él había estado enfermo. Compare esto, con alguien de la misma edad que los niños conozcan. Escoja a algún niño para que sacuda el contenedor del agua.

¿Qué es lo que estoy escuchando?  Es el movimiento de las aguas. ¡Corran, corran al estanque! Usted debe recordarle al niño de las muletas que no puede correr sin ellas. El tendrá que gatear o usar las muletas. El niño con una enfermedad que no lo limite tanto, llegará al estanque primero.

¡Oh, fue (mencione el nombre)! El logró tocar el agua antes que ningún otro. El está sano. Remueva las vendas o lo que se haya usado para hacerlo parecer enfermo. Siéntelo al lado suyo.

De instrucciones a aquellos que no han sido sanados a que regresen al pórtico. Señale al hombre con las piernas atadas.

¡Pobre hombre! Vean cuán difícil es para él entrar en el agua primero. Yo no sé si él vivió en el pórtico durante todo el año, como una persona sin hogar o si él iba a su casa y retornaba en la temporada cuando el agua iba a ser agitada. Pero si se que muchas, muchas veces él estaba allí cuando el agua estaba siendo agitada.

Agite el agua. ¡Oh, está sucediendo otra vez, rápido, rápido! Quien será el

primero en llegar al agua. De nuevo remueva el impedimento al niño que llegue primero al agua. A él también siéntelo a su lado. Los otros niños regresan al

pórtico.

¡Oh, pobre hombre! El sabía que iba a pasar mucho tiempo antes de  que el ángel regresara a agitar las aguas, probablemente tan largo como un año. El tiempo pasa muy despacio, especialmente cuando uno está incapacitado.

Día tras día él se acostaba en el pórtico y esperaba; sí, esperaba que las aguas empezaran a moverse. Pero en su condición de paralítico, ¿cómo iba a llegar

primero? El necesitaba alguien que lo ayudara. Pero todos estaban lo suficientemente ocupados ayudándose a sí mismos con sus propias enfermedades.

Probablemente si él se acercaba un poco más a la orilla de las aguas, quizás él se podría dejar rodar y llegar allí primero. Pero él no era el único con esa idea, otros se habían acercado a la orilla más que él.

Sacuda el recipiente con el agua de nuevo. ¡Oh, está sucediendo de nuevo!

Corran al estanque. ¡Rápido!

¿Quién será el primero? Repita la escena anterior.

Parecía que no había esperanza para este hombre cuyas piernas no querían funcionar. Si solo alguien me ayudara, pensaba él.

Entonces un día mientras estaba acostado en su cama, Jesús pasó por allí. Cosas maravillosas suceden cuando El viene hacia nosotros. El vio a este hombre y supo que había estado sin esperanza por mucho tiempo. Aunque habían muchas personas enfermas en el estanque ese día, este hombre llamó la atención de Jesús y le preguntó: ¿Quieres ser sanado? El hombre enfermo respondió, “Oh, sí, pero no tengo a nadie que me ayude a meter al agua.

Antes de que llegue allí, alguien más lo hace.”

Jesús miró a este pobre hombre y dijo, “¡Levántate, toma tu lecho y anda!” Al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo.

Desate las piernas del niño. Hágalo que recoja su cama, que se la ponga sobre sus

hombros y se vaya. Ya no tenía necesidad de meterse al estanque. El fue sanado. Sí, cuando Jesús pasa, cosas maravillosas suceden.

 

Preguntas de Repaso

1. ¿Qué hacía el ángel del Señor en el estanque de Betesda?

Agitaba las aguas.

2. ¿Qué pasaba cuándo alguien se metía al estanque?

El primero que se metiera era sanado.

3. ¿Cuánto tiempo había estado el hombre de nuestra historia enfermo?

38 años.

4. ¿Qué le dijo Jesús al hombre enfermo?

Levántate, toma tu lecho y anda.

5. ¿Qué pasó cuándo Jesús le habló al hombre enfermo?

Él fue sanado.